No hizo falta
tesitura antropológica ni talante de curtido aventurero para gozar los
platillos hilvanados por el chef Nelson Méndez en el I Festival Gastronómico “Amazonense Pejaijava”, realizado el 14 y
15 de diciembre pasado en Puerto Ayacucho. Sus planteamientos con araña mona,
jabalí, mañoco y gusanos, pueden servirse sin resquemor en cualquier restaurante
de fina mantelería sin necesidad de anteponer manidas alusiones a su “exotismo”. Y así ocurrirá a partir de este
mismo año, cuando gracias a la Secretaria de
Turismo del Estado Amazonas y el blog El gusto es mío, la inédita experiencia se traslade a
otras ciudades del país y a algunas sortarias capitales extranjeras.
Por justo
orgullo el Festival calentó motores en su fuente de inspiración y lar natal del
chef, la amazonia venezolana, enclavada en el Escudo Guayanés, pulmón
genealógico del planeta. Allí, donde selva, piedras y ríos son arterial de
asombros, se cuece una gastronomía tan venezolana, singular y prometedora como
la de cualquier otra región y cuyo desconocimiento es, tal vez, más olvido que
desidia, mas despiste que extrañamiento.
Patrimonio alimenticio
El Amazonas
tiene más de seis millones de kilómetros cuadrados, repartidos entre Brasil,
Perú, Ecuador, Bolivia y Venezuela. Se trata de una zona de selva tropical muy
poco habitada por el hombre, donde abundan productos alimenticios de altísima
calidad casi desconocidos en la coquinaria venezolana.
Los
nutricionistas Ignali Parra y Carlos J. Rei —que dictaron interesante
conferencia durante la segunda noche del Festival— señalan que los alimentos
del Amazonas tienen propiedades nutricionales únicas y capacidad de prevenir
ciertas enfermedades: “Entre los alimentos que más llaman la atención a nivel
nutricional está la harina de pescado, que tiene un alto contenido de calcio, y
la Manaca, fruto proveniente de la Palma de Manaca, con mucho hierro (no hemínico).
El Copoazú, destaca entre los alimentos de origen vegetal por sus proteínas,
pertenece a la familia de las Theobromas (Cacao), con el cual realizan en
Brasil una preparación llamada Copolate".
Una
investigación sobre los poderes nutricionales de alimentos autóctonos del
Estado Amazonas que adelanta conjuntamente CAICET (Centro Amazónico de
Investigación y Control de Enfermedades Tropicales "Simón Bolívar"),
USB (Universidad Simón Bolívar) e IVIC (Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas), ha
elaborado una clasificación que menciona frutos cultivados (anón, caimito,
cambur, copoazú, guama, guayaba, guayaba brasilera, lechosa, limón, mango,
merey, parchita, patilla, pendare, pijiguao, piña, plátano, temare, túpiro);
frutos silvestres (manaca, moriche, naranjillo, platanillo, seje); hortalizas
(aguacate, ají dulce, ají picante, auyama, flor de Jamaica); cereales (maíz
tierno y amarillo); raíces y tubérculos (batata dulce, jengibre, mapuey morado,
ñame, ocumo, papas, yuca amarga y dulce); leguminosas (caraotas y frijol);
nueces (maní, merey, nuez del Brasil, yubia); carnes de cacería (cachicamo,
iguana, pato de crianza, danta, tortuga, venado); larvas, insectos, arácnidos y
otros invertebrados (hormigas, larva, lombriz, termitas); pescados de río y
mariscos (bagre, bocachico, camarón, guavina, pez hacha, pez sierra, raya;
huevos (iguana y tortuga).
La
investigación destaca que los endulzantes usados en el Amazonas son la miel de
abejas y la de caña y que entre los alimentos procesados de forma tradicional
se hallan almidón de yuca, carato de ñame, carne de pava cocida, carne de
sapoara cocida, casabe de yuca amarga, casabe con muruji, catara, cuajado (de
cachicamo, curbina, lapa, mono blanco, temblador,).
Mención
aparte exige el Pato real, pequeña ave criolla cuya carne ha sido comparada —en
suculencia y precio— a la de avestruz. En estos momentos se está promoviendo su
cría con fines comerciales a través de la granja integral de la Fundación para
el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología (Fudeci).
Festival adentro
El Festival Gastronómico Amazonense — Pejaijava
significa en yanomami “buen provecho”— se armó en la churuata del Fundo La
Reina, en la Avenida Perimetral de Puerto Ayacucho. En una amplia e improvisada
cocina fue escenificada una alquimia que dejó boquiabiertos a los más de
doscientos lugareños participantes, quienes aún creyéndose conocedores de los
ingredientes utilizados, confesaron sentirse obnubilados por el desfile de
platos tan refinados y, sobre todo, apetitosos.
Nelson Méndez, desde hace mucho
residenciado en Caracas e investigador apasionado de la cocina yanomami, dejó
por unos días los fogones del restaurante Biarritz y las aulas del Centro
Venezolano de Capacitación Gastronómica —donde es chef y docente—, para peregrinar
a su tierra con la convicción de que por fin sus ahíncos han encontrado eco.
Con él viajó un ejercito de jóvenes e incansable chefs y estudiantes de cocina.
Antes del anochecer del viernes 14 de
diciembre todo estaba a punto. Tras breves explicaciones que hacían agua la
boca comenzó el festín. Los cocineros montaron en exquisita vajilla blanca los
platos tal cual serán ofrecidos en un restaurante y volcaron degustaciones en
pequeños vasos que no pocos pelearon por conseguir y hasta repetir.
De Caracas
aportaron su ojo, paladar y corazón los chefs Tomás Fernández, de Le Gourmet, Federico Ticshler, de Sibaris; y Victor Moreno, del
CEGA, Tenedor de Oro 2007; el historiador e investigador Víctor Moreno y un
selecto grupo de periodistas, comandados por la animosa Marta Elena González,
inventora del evento y autora del muy visitado blog http://elgustoesmioccs.blogspot.com/.
La segunda noche del Festival los chefs y el periodista Merlín Gesen fungieron
de solidarios pinches.
Selva a la carta
Nelson Méndez asegura que su propósito
esencial es hacer que el mundo conozca la cocina que por siglos ha dado salud y
placer a los indígenas del Amazonas y que ha permanecido soterrada por una
cierta “vergüenza étnica”, la distancia geográfica y las barreras culturales de
quienes hacen, promueven y paladean la gastronomía venezolana. Si bien la de Méndez
tiene todos los visos de una revolución, él prefiere asumir su propuesta como
una evolución de la cocina indígena —y venezolana— que armoniza sin complejos
productos amazónicos y técnicas y sabores de la alta cocina mundial.
En Méndez se
mezclan con impecable sutileza su sólida formación como cocinero —ducho sobre
todo en fórmulas de influjo francés— y sus raíces indígenas. Su memoria guarda
con celo el sabor de ciertos animales de caza, frutos silvestres, arácnidos e
insectos, sin que ello le impida vislumbrar cuándo es imprescindible una “deconstrucción”,
un hojaldre o una salsa.
El Festival
Gastronómico Amazonense mostró un menú de quince sorprendentes platillos, todos
de equilibrados sabores. Entre ellos rememoramos una Crema de manaca (fruto de
una palma) y carurú (hoja muy parecida a la espinaca) con toque de queso de
cabra y mañoco crujiente (yuca amarga); Tequeños de gusanos de seje y hojaldre
de masa de yuca, servidos con salsa de túpiro (versátil fruta de la que se
hacen postres, jugos y hasta licor) y catara (salsa picante hecha con jugo de
yare, especies y bachaco culón); Tequeños de vagre tigre y langostinos
envueltos en tiras de yuca; Calamares rellenos con ensalada de mañoco; Pato
Real relleno con túpiro y piña asada en salsa de ají dulce, miel y yare; Báquiro
con chutney de túpiro, catara y manaca.
El preferido
de Méndez fueron las Chupetas de araña mona, cuyo sabor y textura rememoran la
carne de cangrejo. Este complejo platillo pasa por la quema de la araña —se
usaron más de cien para la ocasión— sobre el fuego directo para eliminar los
pelos y el veneno. Luego se procesa la pulpa con ajo, raíz de culantro y clara
de huevo hasta formar una pasta a la que se incrustan las patas tostadas de araña,
se pasa por polvo de almidón y se fríe en aceite muy caliente.
“Esta cocina
está asociada a nuestros orígenes. Los yanomamis son de los indígenas más puros
que quedan en el planeta. Sus miles de años en la selva amazónica nos hablan de
un legado gastronómico que debe ser defendido y dado a conocer”, concluye
Nelson Méndez, cuyo nombre comienza a resonar —al menos en el marco del Salón
Internacional de Gastronomía, donde ha participado ya dos veces— junto a los
del peruano Pedro Miguel Schiaffino y el brasilero Alex Atala, este último chef
del restaurante D.O.M, reconocido entre los cincuenta mejores del mundo y que
reivindica, precisamente, los prodigios del Amazonas.